
Imagínate a una persona de cero a seis años que se siente segura de sí misma, que comunica lo que quiere, que al realizar acciones propias de su edad su curiosidad es respetada y ese espíritu investigador es aprovechado como una oportunidad para crear un ambiente de aprendizaje. ¿Ya la imaginaste? ¿En quién pensaste?
Si pensaste en tu hijo, si te imaginaste a las personas de esta edad con las que trabajas, te invito a practicar lo siguiente:
- Confía en su capacidad: no te desesperes si ves que quiere alcanzar algo, sea lo que sea, no se lo des, permítele el esfuerzo.
- Observa su lenguaje no verbal: desconectáte un poco de los dispositivos móviles, de las pláticas entre colegas, o de la lavadora, obsérvalo cómo juega, cómo explora, y graba en tu mente sus señales corporales.
- Evita emitir juicios sobre él: si está sentado y se está rascando sus genitales, no le digas cochino, revisa que su pañal o calzón esté limpio.
- No lo compares, ni siquiera con su gemelo: cada niño es diferente, no pretendas que hable, camine, o deje el pañal a la misma edad que lo hizo su hermano, o peor aún a la misma edad que tú mismo lo hiciste, respeta su ritmo de maduración, no es justo para tí, ni para él.
- Cree en tí: si eres su madre, padre o tutor confía en tu intuición, si eres su maestro, educadora o institutriz: confía en sus padres.
No es tan difícil criar sanamente, las 5 acciones anteriores practicadas diariamente son parte de un estilo de crianza favorable para desarrollar una personalidad sólida de eso niños que son respetados.
Practícalas y me cuentas qué tal te va.
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